viernes, 12 de septiembre de 2014


FLACO FAVOR A LA MEMORIA DE EMILIO BOTIN


Salvado Sostres rebuzna en memoria de ‘Emilio’: “Lo fundamental para un país son sus ricos y la turba es intercambiable”

Tiene que haber una vida emocional y sexual muy, muy pobre tras una necesidad tan grande de provocar para llamar la atención como la que muestra 'el articulista' de El Mundo

F. Medina | 11/09/2014


Es difícil saber cómo es la vida sexual de cada persona. Pero la de Salvador Sostres tiene que ser triste. Muy triste. Porque sólo así se puede explicar esa necesidad tan desesperada que muestra en cada columna de buscar gratificación provocando con sandeces más o menos bien hiladas.
Este jueves, su diario cómplice, El Mundo, publica su habitual ‘columna’, que titula “Muere Emilio”. El Emilio al que se refiere es, claro, Botín. Un ricachón a quien la mente de un ser de mente torturada, y más que posiblemente de infancia infeliz, como debe haber tenido Sostres, necesita lamer el culo ‘enfrentándolo’ con los que él llama en diferentes momentos “pobre”, “turba”, “canallas de los escraches”, “quejica de pancarta”, “mediocres” o “pequeñas bestias vegetarianas”.
“La muerte de un pobre es importante para su familia, la de un rico es trágico para España”El fofo Sostres, el adjetivo no tiene que ver con su apariencia física, comienza masturbando su ego con esta supuesta provocación: “Que muera un pobre es importante para los familiares pero que muera un rico es trágico para España”. Porque cuando habla de “pobre”, “quejica de pancarta” o “pequeña bestia vegetariana”, el reprimido y malquerido escribidor de El Mundo, parece pensar que si estos son españoles su situación está todavía más agravada. El ‘articulista’ es tópico en sus discernimientos hasta para eso.
Y a partir de este arranque, Sostres concluye su párrafo inicial con otras dos ‘perlas’ enlazadas: “Lo fundamental en un país son sus ricos y la turba es intercambiable”, y “lo que da identidad, elegancia y distinción a un país son sus millonarios”.
El resto de la columna se va desarrollando con el encadenamiento de ‘ideas’ que provocan una creciente pena hacia quien las escribe, por las torturas y soledades vitales que es fácil imaginar que ha debido pasar para llegar a parirlas.
“Botín aportó más bienestar e hizo más caridades de lo que jamás ha hecho los canallas de los escraches”“La muerte de Botín sería un drama en cualquier país civilizado y en España la moda es insultar a los banqueros; pero si la riqueza tuvieran que crearla los canallas de los escraches nos habríamos muerto todos de hambre”, piensa Sostres.
O también: “Botín fue mejor que cualquiera que se quejó de un banco. Botín aportó más bienestar e hizo más caridades de lo que jamás han hecho por los demás los de la denigrante infamia de ir a buscar a las personas a sus casas. Los puestos de trabajo que Botín creó han sido más importantes que la lamentable acción de cualquier sindicato”.
“Si todavía tienes algún derecho, oh quejica de pancarta, es porque Botín te lo paga”Pero en medio del baboseo y la idiotez provocadora, sí que apunta Sostres una ‘idea’ que merece más reflexión, porque es común al pensamiento de muchos de su calaña y entorno psicológico: que los derechos no son de los ciudadanos; que son un regalo que nos hacen los poderosos.
“Si todavía tienes algún derecho, oh quejica de cada pancarta, es porque Botín te lo paga -escribe-. ¿Quién crees que mantiene la socialdemocracia? ¿Quién crees que financia las conquistas sociales? ¿Quién la sanidad de tu hijo, su escuela, tu subsidio? ¿Los sindicatos? ¡Madura, por el amor de Dios! Si fueras la mitad de imbécil y el doble de agradecido, seríamos un país más rico, y más refinado”.
No es sólo que Sostres no tenga la curiosidad de preguntarse del trabajo de quién sale el dinero que convirtió en inmensamente rico a este “Emilio” de su columna, y a los demás “emilios” que hay en España y en el mundo. Es que además, él, que por cierto es de familia acomodada, pero en la que también saben lo que supone, para lograrlo, tener que callar y cumplir con el derecho de pernada y servir a los ricos que tanto admira, da a entender que nuestros derechos de ciudadanos dependen de que graciosamente nos los den o no aquellos que “dan elegancia, identidad y distinción al Estado”; o sea, los millonarios.
“Pues anda, cállate”Y esto ya no es sólo tontería parlanchina para llamar la atención sobre sí mismo, pobre y triste acomplejado; esto es propaganda que parecía ya superada desde 1789, pero que él y otros como él, se empeñan cada vez más en vendernos nuevamente, a ver si nos convencen. ‘Pensamiento’ que le permite concluir su columna con este párrafo: “Él cumplió con su misión y la vida de mucha gente fue mejor gracias a su paso por el mundo. ¿Qué has hecho tú, pequeña bestia vegetariana? Pues anda, cállate”.
Una línea de argumentación que tan cara es para quienes se mueven en el actual Gobierno y sus cercanías, políticas y mediáticas.