miércoles, 19 de mayo de 2010

La crisis 3 ¿Puede haber manipulación económica ?

El cambio de calificación que el miércoles recibió la deuda española por parte de Standard&Poor's ha puesto de los nervios a los mercados españoles. Pero, ¿qué es Standard&Poors? ¿Qué son las agencias de calificación? ¿Quién las controla y a qué intereses responden? ¿Hasta dónde pueden llegar las consecuencias de estas agencias privadas para las vidas de los ciudadanos de todo un país soberano? A estas y a otras preguntas respondía Andrés Villena en un artículo publicado en Sistema digital que, por su interés y vigencia, reproducimos a continuación.

¿Qué son las agencias de rating?
Las agencias de 'rating' o de regulación son empresas privadas cuya función es analizar, en base a modelos matemáticos complejos, la rentabilidad y el riesgo de los instrumentos financieros que empresas, instituciones o Gobiernos pretenden llevar a los mercados para financiar sus actividades. Entre estos instrumentos o productos nos encontramos con deuda pública soberana, pero también con lo que fuera la 'última moda' antes de la crisis: complejos paquetes financieros normalmente vinculados a hipotecas de dudoso cobro o 'subprime'. Por estas agencias pasaron, de este modo, los letales virus de la crisis financiera y económica que vivimos en la actualidad con toda crudeza. Y no fueron eliminados, ni mucho menos.

El cliente siempre tiene la razón…
¿Cómo pudieron dejarlas pasar? Muchos expertos han reflexionado sobre este fenómeno y sus principales conclusiones señalan a algo obvio: "En sus calificaciones, estas agencias tienen altos incentivos; cuanto mejor 'rating', el cliente queda más satisfecho, y el volumen de negocio que han manejado con los productos estructurados ha sido enorme", afirma Ángel Vilariño, Consultor internacional, ex Director Financiero de Caja Madrid y Profesor Universitario. No es casualidad, por tanto, que, como narraba un extenso artículo del Financial Times en mayo de 2007 -justo antes de la explosión de las hipotecas basura- "en muchas ocasiones, ejecutivos de S&P, Moody´s o Fitch acaban siendo fichados por Wall Street".

De este modo, no resulta difícil que estas agencias caigan en un conflicto de intereses con consecuencias definitivas en el clima de confianza y en los mercados. Si su volumen de negocio con EEUU es superior que el que tiene con Grecia y España, ¿por qué productos van a decantarse en sus exámenes? En última instancia, el beneficio acaba imponiéndose como criterio sobre otras consideraciones.

Una delgada línea roja
Cruzar la frontera entre el análisis y el asesoramiento es una tentación en la que puede caer cualquier entidad privada que pretenda maximizar beneficios, y más en época de 'vacas gordas'. El negocio creado en torno a la calificación y la complejidad de los títulos emitidos hasta agosto de 2007 llevó sin duda a que estas agencias exhibieran un comportamiento generoso con sus principales clientes, destacando el caso de Lehman Brothers, que contaba con un ‘AA’ antes de su derrumbe financiero en septiembre de 2008.

Más expresa era S&P en el mencionado artículo del Financial Times: "A nosotros nos pagan nuestros clientes; les explicamos nuestros criterios, y luego ellos pueden modificar o reestructurar sus productos para que encajen con nuestras pautas. No es asesoramiento, no hay nada perverso en esto". Eran tiempos felices.

¿Qué hacer con estas agencias?
Sabemos más o menos lo que ocurrió después: la caída de Lehman marcó un hito en la historia del capitalismo financiero globalizado. No obstante, la crisis no parece haber afectado a las agencias de 'rating', cuyas estimaciones siguen siendo muy tenidas en cuenta por inversores y mercados, haciendo que aumente el riesgo en épocas de bonanza y que las crisis sean más acentuadas.

De ahí que, en noviembre de 2009, la Unión Europea aprobara un reglamento para controlar el excesivo poder de estas empresas. Una normativa que entrará en vigor a final de año y que será aplicada en España por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). El objetivo no será otro que supervisar la independencia de estas entidades, cuidando de que no caigan en los conflictos de intereses anteriormente mencionados. ¿Será suficiente? Son muchos los intereses en juego: la crudeza de la crisis exige del resurgimiento de la política. Se podría comenzar con este tipo de empresas y no supondría tomar el “Palacio de Invierno”.

Publicado en Sistema Digital

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